miércoles, 11 de febrero de 2009

Frase del día 11 de febrero de 2009




On me dit que nos vies ne valent pas grand chose,
Elles passent en un instant comme fanent les roses.
On me dit que le temps qui glisse est un salaud
Que de nos chagrins il s'en fait des manteaux
Pourtant quelqu'un m'a dit que
Tu m'aimais encore,
C'est quelqu'un qui m'a dit que
Tu m'aimais encore.
Serais ce possible alors…?


Me han dicho que nuestras vidas no valen apenas nada,
Se acaban en un momento igual que se marchitan las rosas.
Me han dicho que el tiempo que pasa es un cabrón
Al que no le importan nuestras tristezas.
Sin embargo alguien me ha dicho que
Aún me amas,
Es que alguien me ha dicho que
Aún me amás.
¿Puede ser cierto...?


Quelqu´un m´a dit

Carla Bruni. 1967. Antigua cantante y modelo italiana, actualmente Madama de la Francia. Esta es una canción con matices y aristas, pero en su conjunto me gusta, me demuestra lo maravilloso que puede llegar a sonar el idioma francés y lo innecesariamente hermosas que son algunas mujeres, como la señora Sarkozy.

En general si pones boca de piñón, cantas susurrando y la letra es triste e incomprensible, ya tienes un probable éxito o al menos un anuncio de Nescafé, y si encima estás buena, tu camino al estrellato o a la cama más grande del Eliseo es seguro.

Es un bonito ejercicio de composición mental que penséis lo que os hace sentir una canción y lo que realmente dice la letra que os pone tiernos, románticos o simplemente os hace sentir bien.

Os digo para los que no dominéis el idioma francés, que Madame Sarkozy nos cuenta en esta canción que nuestras vidas son breves, que el destino es un asco, que nada merece la pena, pero que aún hay allá fuera alguien que nos ama y entonces, como un mínimo brote de luz, surge la esperanza.

No está mal como concepto, lo único que te echa atrás es pensar, a posteriori, que si el amor que nos aguarda y que nos da sentido a nuestra mierda de vida sea como Sarkozy, habría que exigir una devolución, guardar el ticket…

1 comentario:

Ishmaelk dijo...

El amor siempre es como Sarkozy: cabezón, bajito, antipático y con más poder del que te gustaría que tuviera algo con esa constitución.